Los días pasaban como tormentas de arena, y con su fuego arrastraban cualquier atisbo de conciencia que me rescatara del umbrío rincón en el que vomito malos pensamientos. Nostálgicos recuerdos de vidas que ya no volverán apesadumbran mi frágil estado hipnótico en el que recorro vastos parajes que no me llevan mas allá de lo que soy, un minúsculo e indefinido punto dentro de este universo fugaz. Consumimos rápido como termitas voraces todo lo que pasa por delante, nuestra individualidad es tal que solo conocemos de lo que nos rodea y de quienes viven a nuestro lado la superficialidad que soportan, pero no sabemos nada de nada, lo realmente importante es lo que va por dentro, lo que nos carcome, lo que nos instiga, lo que nos activa, lo que nos conmueve…, quien sepa indagar en nuestras individualidades más internas será el que sabrá aceptarse a sí mismo y a los demás, sabrá comprender  algo que pasa más allá del aire que respiramos.