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El punto de partida del pensamiento reflexivo comienza en el momento en que dejamos que en nuestra mente y a través de todos los sentidos penetre todo lo que nos rodea y atañe, el dejarse invadir por miles de ideas que al principio se agolpan, pero que poco a poco vamos ordenando, es el imbuirse de sensaciones: naturaleza, ciudad, personas, aire, fuego, la lluvia,…, todo nos da una medida de algo y nos aporta un punto de partida para una reflexión. No tenemos porque sacar conclusiones concretas de todo, tan solo con sentir que nuestra mente se activa constantemente con pequeños detalles antes menos importantes, parece activarse a la vez una vida interior con más potencial que la vivida hasta ese momento. |
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